1973 Taste Restaurante: el tiempo lo dirá

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Playa de las Américas es un destino turístico reconocido internacionalmente por su sol y su playa. Los tiempos están obligándola a adaptarse a los nuevos conceptos que rigen en el sector más importante para Canarias y, por ende, para Tenerife y Arona como isla y municipio, respectivamente. Hace 46 años fue construido uno de sus recintos emblemáticos, el Hotel Europe. El segundo (le antecedió el Hotel Gran Tenerfe). Inaugurado en abril de 1975, cerró en abril de 1990 tras un luctuoso suceso: el desplome parcial del techo de la habitación 105 causó la muerte a un turista alemán de 56 años. En julio de 1998 protagonizó la primera demolición hotelera de este destino, realizada por voladura controlada. El 5 de junio de 2002 abrió el Europe Villa Cortés, el hotel gran lujo y cinco estrellas de Arona. Rompió moldes por su arquitectura (se aproxima a la caribeña, creada en módulos y no en altura).

Y llegamos a la gastronomía. 1973 Taste Restaurante es una apuesta decidida y definitiva por la excelencia. Lo hace la propiedad, lo hace el cocinero y parece hacerlo la mismísima administración municipal. “Nuevo restaurante Taste 1973 que, de la mano del chef Diego Schattenhofer y su equipo, impulsa una nueva versión de experiencia turística, gracias a la fusión de las singularidades e historia de Tenerife-Arona con una cocina gourmet”, se vende desde el propio establecimiento.

Estrella Michelin es una expresión que ha sonado ligada a este espacio incluso sin que hubiera abierto sus puestas (lo hizo ayer). La presentación (durante la última semana del extinto 2018) y alguna prueba posterior (la cena navideña que ofreció el ayuntamiento aronero a los medios de comunicación, por ejemplo) permite conocer hacia dónde va la cocina de Schattenhofer, tras 12 de los casi 18 años que lleva en las Islas vinculado al empresario titular del hotel: Axel Gassman.

Que Schattenhofer está avalado por una trayectoria muy personal es notorio (Premio 2011 a la Mejor Innovación Tecnológica en Madrid Fusión, incluido). La campaña de promoción de este restaurante incluye este párrafo: “trabaja transversalmente con un grupo multidisciplinar integrado por historiadores, antropólogos, neurocientíficos y psicólogos, quiere ser el gran referente gastronómico en la Isla, el Archipiélago y España, en general, con una culinaria de inspiración guanche (la vajilla se ha creado específicamente partiendo de la arqueología de aquel pueblo; se ha buceado en sus costumbres gastronómicas…) que, desde presupuestos técnicos de afilada vanguardia, fluye en la investigación neurocientífica (exploración de la genómica de los sabores) y se presenta a partir de un avanzado trabajo psicológico entre la sala y el comensal. Una propuesta única en su género que cuenta con los avales de distintas universidades de Canarias, la península y Suecia. Una apuesta que mira al mundo entero”. ¡Vaya!

¿Hablamos de comida, que es lo nuestro?

Como entrante, esférico de papas bonitas con caldo de sus pieles tostadas y ahumadas, gofio y cebolla encurtida. Aparentemente, estamos ante un plato minimalista, de esos que agradan a Mihcelin. La clave está en el caldo de la abuela, un poco (apenas cuatro cucharas) sirve para salvar una combinación cuya presentación precisa ser revisada y a la que el paladar le exige un poco más de presencia (siquiera con matices) de lo que vende su nombre. La cebolla encurtida, la clave.

De primer plato, un arroz cremoso marino con ortiguilla, ragout de calamar y salsa termidor de bogavantes. Diego Schattenhofer sabe lo que hace y su nivel es alto. Indiscutible. Este plato cumplió las expectativas de los comensales (muchos, en una cena tan protocolaria), si bien el fumét pudo tener una pizca más de sabor a mar y el bogavante debió llegar a mesa con algo de calor. Sabroso, en cualquier caso.

El segundo plato fue el que más parabienes obtuvo: pluma de cerdo negro embarrada con borrallera de batata, salsa périgueux con reducción de Majuelo. En conjunto, los compañeros de mesa degustaron con placer un plato en el que el toque crujiente del cochino canario combinado con el dulzor del tubérculo y de la salsa (la trufa debía estar, pero…) invitaban a ello. Esta es una  propuesta que promete.

De postre, chocolate tipo “snickers” muy bien logrado, perfecto de dulzor y con el contraste del helado de maracuyá, sube muchos enteros. ¡Lo mejor!

El argentino Diego Schattenhofer tiene a su disposición una maquinaria (material y humana) suficiente para hacer del 1973 Taste Restaurante lo que se le pide y parece prometer. Está pensado (el proyecto lleva gestándose dos años) para competir al nivel máximo. Se sabrá con el tiempo. Arona lo va a intentar.

La ficha

1973 Taste Restaurante – Hotel Villa Cortes

  • Avenida Rafael Puig, s/n – Playa de Las Américas
  • Arona
  • Santa Cruz de Tenerife
  • Tel.: 922 757 700