Cocina canaria, vista desde dentro y desde fuera

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Lapas a la plancha, La Capilla./ Manuel Expósito
Lapas a la plancha, La Capilla./ Manuel Expósito

La historia de la cocina canaria se ha forjado a partir de la influencia que, durante siglos, ha recibido tanto de la cultura africana como de la peninsular y la latinoamericana, más las recetas autóctonas; añadimos un clima subtropical, unas tierras fértiles y el Atlántico rodeando estas islas y unimos todos estos factores. De ahí sale una gastronomía muy variada, original, exótica y, en muchos casos, divertida. Recuerden que la base de su éxito es la simpleza, tanto al elegir los ingredientes como a la hora de cocinarlos. La historia de Canarias en la época moderna y contemporánea ha estado marcada por la sucesión de distintos cultivos de exportación, en los que se ha ido basando su economía. Todas estas producciones han ido dejando huella en la culinaria canaria.

Además de sol, playa y bellezas naturales, las Islas Afortunadas tienen otros encantos. Con un empeño algo precipitado por encontrar un camino propio -todavía hay muchos conceptos por afinar-, está claro que tiene sabores irrepetibles, bien compartidos en todo el Archipiélago o únicos de cada Isla. El caso es que hacen de Canarias una escala obligada del amante del buen comer.

Los aborígenes canarios tenían en los productos cárnicos una parte importante de su dieta, fundamentalmente procedente de los rebaños de cabras y ovejas, así como del cerdo. También consumían leche y manteca. Su dieta se completaba con productos recolectados, como dátiles y ciertos tipos de higos; a eso le sumamos lo que pescaban en el mar y se consigue un recetario brutal, al que hay que añadir los renombrados mojos y las papas arrugadas, posiblemente la elaboración canaria más conocida.

Hay platos que se han ido dejando de hacer, pero aún ese sabor y esa idea está presente en la cocina de las casas, como la morcilla dulce, las carajacas y el escacho, pero la cocina canaria sorprende. Un clásico son las viejas sancochadas, la carne con papas o las potas en salsa, el arroz amarillo ¿recuerdan?, ese que las abuelas o madres envolvían en un mantel. ¡Qué de alegrías hacen recordar estos platos! Muchas veces porque reunían a toda la familia en torno de una mesa.

La cocina canaria, y por ende, tradicional es minimalista, sin complicaciones, con productos naturales y auténticos, pero resultando en comidas deliciosas. Hasta la próxima, disfruten como niños, coman como si no hubiera mañana y beban como peces. ¡Qué arte hay en esta tierra!