El Rancho de Nino: aquí se viene a comer lo de siempre, pero bien

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Parrillada./ Manuel Expósito
Parrillada./ Manuel Expósito

No es un lugar al uso, ni mucho menos, pero su comida sí es de las que más se consumen porque aquí lo que pasa por el fogón es lo de siempre. Lo que buscamos los mortales comunes cuando de comer bien, bueno y barato se refiere: queso, jamón, pata, ensalada, garbanzos, arvejas, parrillada de embutidos, pollo, conejo, bistec, chuleta, chuletón, solomillo, pescado, postre… Como en una casa de comida o en un guachinche, por ejemplo. Pero en El Rancho de Nino esto es a lo bestia.

El lugar, recóndito pero al que se llega fácilmente siguiendo la señalización o cualquier mediocre GPS, es una especie de invernadero que rezuma naturaleza por todos los costados, salvo por el piso (de cemento). Un lugar en el que, curiosamente, uno se siente a gusto por acogedor, pese a la altura del techo, a las dimensiones de comedor y al constante sonar del timbre que avisa a “sala” de que hay un plato esperando ser servido.

El Rancho de Nino es de esos sitios a los que gusta ir, volver, retornar, regresar y de nuevo ir, volver… O sea, que se come muy bien, que la atención es estupenda, que la relación calidad/precio está donde debe y que no engañan a nadie: aquí se viene a comer lo de siempre, pero bien.

De entrada, optamos por una mini parrillada con chistorras, salchichas y morcilla. Ni grasa y ni una pizca de tizne. La morcilla estaba en ese punto en el que si le damos tres segundos más de fuego se seca. Las salchichas y la chistorra confirmaron que el producto que se maneja en el restaurante El Rancho de Nino tiene calidad o, como poco, en la cocina saben lo que hacen. Nos inclinamos por ambas cosas.

Seguimos con Solomillo de cerdo a la pimienta. La pieza estaba en el punto de fuego que el comensal quería, la sal estaba solo para mejorar el sabor, el corte era de mantequilla y el bocado, solo de carne pura, presagiaba que este plato era un manjar. Presagiaba porque si en ese instante ya era de casi 10, con las papas arrugadas y la salsa de pimienta el espectáculo estaba en el paladar. ¡Ojo! La salsa la sirven aparte, porque la carne no tiene nada que ocultar. Es un solomillo de proporciones inesperadas que sale de la cocina en las condiciones que requiere. ¡Brutal!

Por último un Pescado guisado. Bacalao con aceite, vinagre, pimienta picona y papas arrugadas exquisitamente cocinado, muy jugoso y con un punto de sal impecable, el aceite de oliva y el vinagre de máxima calidad y las papitas arrugadas -Autodate, las mismas que las que tomamos con la carne- son, nuevamente, una delicia en el paladar al salsearlas con el aliño. Si nos quedamos sorprendidos con la carne aquí nos quedamos de piedra, el pescado no entraba en nuestro concepto por el lugar, brutal no, lo siguiente.

El Rancho de Nino es la expresión máxima de la cocina más tradicional. El producto es bueno, la cocina es buena, ofrece lo que cualquiera busca para comer en familia, de negocios o por diversión y, además, hay amabilidad y buen servicio.

La próxima vez quizá hasta nos atrevamos a probar la paella.

La ficha

El Rancho de Nino