Historia del güisqui (parte II)

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Irlanda y Escocia son los países con mayor tradición y reputación en la elaboración y producción del güisqui, seguidos de Estados Unidos (bourbon) –“agua de fuego” lo bautizaron los comanches- y Canadá. Acontecimientos como la guerra irlandesa y la Ley Seca de la EEUU de América del Norte -esa en la que Al Capone triunfaba y Elliot Ness iba atrás de él- motivaron el cese de las exportaciones desde Irlanda asumiendo el relevo Escocia cuando el mercado se reanudó, porque los escoceses contaban entonces con los medios para atender la demanda.

En Tennessee, en la década de 1850, un pequeño llamado Jack trabajaba con Dan Call, un predicador que, al ver el potencial del chaval, le enseñó a elaborar el que hoy en día es el güisqui más famoso del mundo. Y ven, no tenía edad para beber alcohol, pero sí para elaborarlo.

La esclavitud y el güisqui caminaron entrelazados en la historia del sur de EEUU, esa que se cuenta en la novela “Guerra y paz”. Los esclavos no se encargaban sólo de la producción y destilación, sino que en muchas ocasiones jugaban papeles cruciales como expertos en el proceso recibiendo, según interesara, latigazos o aplausos.

Cuenta la leyenda que el proceso de elaboración fue inventado en 1825 por Alfred Eaton. Sin embargo, los historiadores de la destilería creen que fue una evolución de los métodos que desarrollaron los esclavos.

Los güisquis no maduran en la botella, solo en el barril, por lo que su edad es el tiempo transcurrido entre la destilación y el embotellado. Esto refleja lo que el barril ha interactuado con el güisqui, cambiando su composición química y su sabor. Los que han estado muchos años en botella suelen tener más valor porque, a diferencia de los humanos, a más edad más calidad, aunque no es más «viejo» ni necesariamente «mejor» que un güisqui reciente, madurado en barrica por un tiempo similar.

A la espera del final de esta interesante historia, ahora toca unos hielos y un dedo en vertical de Jack Daniels. ¡To be continued!