La miel en Canarias

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Miel./ Cedida
Miel./ Cedida

Tradicionalmente, los apicultores canarios han manejado en sus colmenas la abeja que vivía de manera salvaje en el medio natural, conocida como abeja negra canaria. Aunque habita en las islas desde hace unos milenios, se tiene constancia de su presencia desde el momento de la conquista.

La actividad apícola, tanto en la producción de cera como de miel, tuvo mucha importancia en la economía insular en el pasado, convertida en parte de la economía familiar de subsistencia hasta nuestros días. Ya en 1799, José de Viera y Clavijo reflejó, en su Diccionario de Historia Natural, la importancia de la producción de mieles en la isla de Tenerife y el prestigio de la miel de retama.

Las mieles en canarias son producto de carácter artesano y de producción limitada que se caracterizan por su gran diversidad y calidad. Normalmente se comercializan de manera directa por los propios productores en establecimientos de diversa índole distribuidos por toda la geografía insular.

En Canarias las mieles se clasifican comercialmente para su consumo en dos grupo las monoflorales y las multiflorales. La singularidad isleña produce entre las monoflorales variedades tan singulares como la de aguacate, barrilla, brezal, hinojo, retama del Teide, tajaste o tedera entre otras más.

La miel endulza composiciones variadas. Ya sea tomada directamente o para acompañar lácteos y postres, endulzar infusiones, cocinar o para amasar gofio, cualquiera de las excelentes mieles de Canarias pone una nota de sabor en la mesa. Hay platos que así lo atestiguan. Por ejemplo, un queso palmero asado con mojos y miel; queso fresco de cabra con miel, una ensalada de papa negra con albacora y vinagreta de miel… También la encontramos en carnes, sobre todo el cerdo, con salsa de miel y, por supuesto, como postre: mousse de gofio con miel, bienmesabe o frangollo con miel y leche frita, flan o quesillo acompañados de miel.