Tasca El Cedazo: entrante, plato y hasta café

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Secreto y delicias de ibérico
Secreto y delicias de ibérico./ Manuel Expósito

El cedazo es un utensilio para cernir o separar materiales de distinto grosor, empleado mucho para el trigo, la harina y hasta la arena. También es el nombre de un establecimiento gastronómico singular, especial, acogedor, que recuerda las casas de comida dispersas por el entorno de la carretera vieja de Tenerife. Su cocina hace de la tasca un lugar al que retornar.

En carta aparecen 11 entrantes. Entre el queso asado con mojos y miel de palma, lo saquitos de langostinos o queso, el chorizo al vino, las setas, gambas, champiñones y croquetas muy variadas optamos por los pimientos de piquillo rellenos. Servidos por unidad, este plato es un ejemplo de buenos conocimientos y técnica ya que su relleno de carne picada concentra ese paquete de sabores que forma la combinación de la cebolla, el tomate, el ajo, el perejil, la pimienta y el pimentón. Un bocado bañado en la salsa -cocinada con casi los mismos ingredientes y que te obliga a terminar con las existencias de pan como si no hubiera un mañana- hace que te sientas especial. ¿Le ponemos un pero? Un poco más de calor al servirlo no sobraría.

Reconocemos que El Cedazo fue un hallazgo casual, de esos sitios que encuentras cuando el destino preferente está cerrado, tienes hambre y buscas alrededor un sitio en que saciarte. ¡Gracias, destino! Esta tasca es como llegar a casa de un primo al que hace años que no ves. O sea, sabes que es un lugar conocido, que te sientes a gusto, pero en el que dejas a un lado el protocolo cuando el anfitrión te hace sentir como en casa. El caso es que la comida ayuda mucho.

Los huevos están en la carta de cinco formas: tres revueltos, estrellados y en forma de tres tortillas; las ensaladas son otras cinco: mixta, con rulos de cabra y aliño agridulce, César, de melocotón asado y aliño kiwi y la templada de bacalao; las carnes son un manjar a modo de solomillo, secreto ibérico, de fiesta y combinados.

En nuestro caso el chef (esta vez también fue el señor de la sala) nos recomendó un combinado de cerdo ibérico: secreto y delicias. La calidad del género ya es una garantía de que el plato tiene que estar a la altura, pero la medida del fuego manteniendo la carne jugosa, ese punto tostado que alcanzó el tocino y el nivel de sal en boca ratifica que en El Cedazo se come con garantías. De acompañamiento, un pimiento rojo a la brasa y papas fritas en dados (lo menos bueno, lástima).

Comer se come bien en muchos lugares de esta tierra y El Cedazo es uno de esos sitios. Su diferencia está no solo en el local, sino en una cocina que trabaja el producto con generosidad, pero con simplicidad, con la sencillez que otorga al buen cocinero el hecho de ser consciente de que sabe lo que hace y es consciente de que va a ganarse al comensal nuevo con lo que pondrá al cliente en su mesa. En ninguno de los dos platos se percibe duda alguna respecto al éxito de sus recetas. Y acierta.

Como plus, la Tasca El Cedazo sorprende al comensal cafetero con un café preparado en una taza tradicional. Siendo ese un punto más en su haber, el sabor del café remata la jugada. Una comida completa de principio a fin.

(Por cierto, no se pierdan los carteles que adornan sus paredes. Es publicidad de otro tiempo con mensajes de ese tiempo)

La ficha

Tasca El Cedazo