Hay muchos nexos entre Canarias y latinoamérica y puede que una hermandad especial con Cuba. La historia cuenta que Colón llevó desde estas tierras la caña de azúcar y se adaptó bien. El tema en cuestión hoy es algo muy arraigado en la historia, miles de canciones tienen que ver con él y con una gran fraternidad entre bucaneros y la botella de ron. Por ello, podemos corroborar esa leyenda que vemos en determinadas botellas de este licor:¡Canarias cuna del ron! Nuestra historia comienza así.
Ron Arehucas o Artemi en Gran Canaria, Guajiro o Cocal en Tenerife y Aldea en La Palma son algunos de los rones más conocidos del archipiélago, pero en otras islas también se le saca jugo a la caña de azúcar.
El cubalibre y el mojito son bebidas mundialmente famosas, a Francis Drake me remito; por si no lo saben, fue el creador del mojito (aunque lo bautizó draquecito), arribado en Santiago de Cuba. En La Habana, en la B del M, lo rebautizaron como mojito… ¡Qué sería de esas bebidas sin no hubieran pasado por el alambique.
Los escritos nos remontan a Marco Polo, que, según dató en su día en uno de sus viajes a Asia, probó un licor hecho de azúcar. Pero si nos va más la historia de piratas, en Barbados lo datan en 1650; pero la primera mención a esta bebida con su nombre actual se registra en Jamaica, allá por 1660. Aunque lo más correcto sería decir que el origen de la caña de azúcar se encuentra en el continente asiático. Los árabes introdujeron la planta en Europa y fueron los primeros que la destilaron y la nombraron como «Arad». En Canarias se elabora ron mucho antes que en el continente americano, ya que fue desde las islas desde donde partieron las primeras plantas en el segundo viaje de Cristóbal Colón. Otras versiones dicen que en Granada se destila primero, ya que fue llevada por los árabes; otras lo atribuyen a franceses e ingleses, en lo que llamaron «Archipiélago del Ron, las Martinicas; nosotros cerraremos filas en torno al gran Ernest Hemingway, recordándolo sentado en «El Floridita» con un daikiri en la mano brindando a la salud de todos los implicados en esta rocambolesca historia: griegos, asiáticos, caribeños, latinos, españoles, franceses, ingleses… Y lo haremos al son de “Cantinero de Cuba”.
En el mercado podemos encontrarlo blanco, amarillo, añejo… como más les guste.
Es una larga historia que continuaremos contando. He aquí un resumen, pero dejando abierto un apartado especial para un producto canario: el ronmiel.