Aguacate de Tenerife: más sabor, más cremosidad, más salud

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Es el último fenómeno en el resurgir agroalimentario y gastronómico de la pujante Tenerife: el aguacate. Diferente a los demás por la frescura que le otorgan el suelo volcánico, los vientos alisios y la temperatura suave y constante, el aguacate tinerfeño (especialmente las variedades “hass” y “fuerte”) ha entrado con inusitada fuerza en el mercado como producto premium gracias a la cercanía de la isla con el continente europeo, al mimo en su cultivo (desde el XIX, primera zona de España en su agricultura) , muy vinculado al respeto y la sostenibilidad, y a su calidad gastronómica.

En efecto, el aguacate de Tenerife, desde el punto de vista organoléptico, es distinto y distintivo: gran intensidad de color; sabor más intenso, con matices de frutos secos (nueces, almendras); y textura cremosamente mórbida y resistencia a la oxidación, gracias a una elevada proporción de materia grasa que contiene (casi el 70% de ácido oleico), superior a la media.

En cuanto a sus beneficios para la salud, debido a los compuestos que integra (beta-sitosterol, ácido fólico, potasio, grasas monoinsaturadas, vitamina E, fibra soluble…) es altamente eficaz en la reducción del colesterol, en el control de la tensión arterial, en la regulación del azúcar, así como en la reducción de los problemas coronarios y de los accidentes cerebrovasculares.

Un regalo de Tenerife para vivir mejor… y para disfrutar de uno de los productos de la gastronomía de una isla que en los últimos años ha logrado situarse entre los destinos más destacados del país. Un auge gracias a la apuesta por la calidad de agricultores, bodegueros y cocineros (Tenerife, posee siete estrellas Michelin), sin olvidar el firme apoyo e impulso recibido de sus instituciones públicas.