Gastronomía, opiniones confusas

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Centro de mesa, El Rincón de Juan Carlos./ Manuel Expósito
Centro de mesa, El Rincón de Juan Carlos./ Manuel Expósito

No sé si han leído la obra de Luís Antonio de Vega, me refiero a las gastronómicas: “Viaje por la gastronomía española”, “Guía vinícola de España” y “Guía gastronómica de España”. Un escritor de ficción sobre lo real, amante del mundo árabe. Creo que ese pequeño universo de invención sobre el que escribía, supongo que en los gastronómico, vivía un mundo paralelo.

Aunque para algunos se tratará de la Biblia, para otros es más parecido a un cómic de Mortadelo y Filemón porque hay recetas sin pies ni cabeza, pero esto me servirá para el propósito de hoy.

Imagínense allá por 1958, cuando no había este afán de hoy por la cocina y este hombre hasta se informaba del oficio y escribió esta obra, en algunos tramos disparatada. ¡Imagínense lo que escritores sin nociones, que se apuntan a esta farándula en la que va encaminándose esta profesión, son capaces de escribir en sus columnas diarias, cuando la mitad no diferencia un guisante de una judía!

Tristemente, este bombo y platillo que se le da a la cocina en un aspecto es beneficioso y en otros, muy perjudicial.

Hace tiempo que les digo “zapatero a sus zapatos”, que luego pasa lo que pasa. Todos tenemos derecho a una opinión, es algo lógico y respetable. El caso es cómo hacemos uso de esta opinión, jugamos con sueños e ilusiones de muchos currantes.

Si analizamos a fondo esa cocina de tradición veremos que siempre parte de una base, luego cada individuo la lleva a su idea o gusto personal, pero siempre respetando una base. A veces se pierde ese norte. Los que publicamos o compartimos recetas tenemos esa ley no escrita de respetar ese origen. Les pongo un ejemplo. Un crack de esta profesión dijo que la paella valenciana llevaba chorizo y la Comunidad Valenciana se le echó encima defendiendo su receta base. Igual no es lo mismo, pero a Canarias vino Ferrán Adriá y destrozó un potaje. Se llevó aplausos.

Todo esto va en las ideas, opiniones y respeto que se tiene por una profesión determinada. Tristemente, muchas veces es más fácil seguir a la multitud y dar opiniones a destajo. Eso, a veces, es lo de menos; el problema radica en que una opinión no es lo mismo que creerse con la verdad suprema. Algo que en este rollito nuestro no existe.

¡Larga vida al rock and roll!