Los envases de agua con la “Economía Circular”

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Las botellas de agua mineral natural están fabricadas con PET, unas siglas que responden a su composición química, Polietileno Tereftalato. Este material se patentó en 1941 y en 1976 comenzó a utilizarse en los envases. Su ligereza, transparencia, resistencia, total reciclabilidad y que es apto para productos alimentarios explican que se haya generalizado.

Los envases de PET posibilitan que el agua mineral natural pueda estar disponible en todo momento y lugar, sin alterar su sabor, su pureza original o sus propiedades nutricionales. En este sentido, junto con los alimentos infantiles, el agua mineral envasada es el producto más reglamentado en cuanto a seguridad y calidad alimentaria. Y ello no solo permite proporcionar a los consumidores una hidratación de calidad y con garantías, sino también estar disponible en situaciones de emergencia o desastres naturales, cuando pueden producirse problemas en el suministro de agua de la red entre la población afectada.

Son muchos los beneficios y ventajas que aportan los envases de PET. Por ello, y apostando por la sostenibilidad y el cuidado medioambiental, las empresas envasadoras de agua mineral han adquirido un Compromiso Medioambiental Voluntario “2030 Naturalmente” que cuenta, entre sus objetivos destacados, el de incrementar la tasa de reciclado de botellas de PET hasta alcanzar el 95% en 2030, así como el uso de rPET en los nuevos envases hasta lograr un 50% de material reciclado en 2030.

Este compromiso se enmarca a su vez dentro de la denominada Economía Circular que la Unión Europea está impulsando entre sus Estados miembros. La Economía Circular se basa en el ciclo de la naturaleza, donde los residuos se transforman en recursos, ahorrando materiales y energía, y creando miles de puestos de trabajo.

Por eso, la colaboración ciudadana es esencial. Depositar los envases de agua mineral en el contenedor amarillo cuando ya se han consumido supone recuperarlos para su reciclaje. Así se puede disponer de más material para producir nuevas botellas o incluso para otros productos, como ropa, juguetes, diversos bienes industriales, etc. de manera más sostenible que si se tuviera que fabricar un PET nuevo.