El pasado día 13 de septiembre, en Europa, se celebró el Día Internacional del Chocolate coincidiendo con la fecha de nacimiento de Roald Dahl, autor de Charlie y la fábrica de chocolate. Existen muchos mitos alrededor de este alimento. ¿Es saludable? ¿Puede ayudar a reducir el estrés? ¿Previene las enfermedades cardiovasculares? ¿Engorda?
Se han llevado a cabo muchas investigaciones sobre las propiedades del cacao y algunas apuntan que consumirlo en pequeñas cantidades podría repercutir beneficiosamente en la salud. Existen trabajos que sugieren los efectos beneficiosos del cacao en la salud cardiovascular de las personas, debido a su alto contenido en polifenoles (flavonoides y procianidinas) y a su papel como antioxidante, antiplaquetario y antiinflamatorio.
Otras investigaciones también lo relacionan con una mejora de la capacidad cognitiva y del funcionamiento del cerebro. De hecho, científicos de la Universidad de L’Aquila (Italia) descubrieron que, tomando todos los días una dosis de chocolate, actúa como un suplemento dietético para contrarrestar el deterioro cognitivo. Según esta investigación, publicada en la Revista Frontiers in Nutrition, el cacao mejoraría la memoria de trabajo y el procesamiento de la información visual. De nuevo, los flavonoides pueden estar detrás de estas propiedades del cacao en los procesos de memoria y de su efecto positivo en el envejecimiento cerebral, ya que son protectores celulares (como es el caso de las neuronas).
«No es cacao todo lo que reluce»
Pero ¡cuidado! Hay que ser precavido a la hora de relacionar el chocolate con la salud. De entrada, porque es mejor hablar de patrones de alimentación saludable, ya que no tomamos los alimentos aisladamente, sino dentro de una dieta. Por lo tanto, siempre conviene hablar de los posibles beneficios de un alimento en el contexto de una dieta y un estilo de vida.
En segundo lugar, porque el grado de evidencia de las investigaciones aún es débil para afirmar que el consumo habitual de chocolate es bueno para prevenir o mejorar las enfermedades cardiovasculares. Sería necesario investigar todavía más en esta línea.
Y en tercer lugar, porque la mayoría del chocolate que se consume no es cacao puro: contiene otras sustancias cuyos efectos sobre la salud podrían no ser favorables. Cuando se llevan a cabo investigaciones sobre las propiedades beneficiosas del chocolate, siempre se estudia el cacao puro, natural y sin tratar: por ello, cuando se consuma chocolate, cuanto más negro y puro sea, mejor.
En este sentido, hay una mayor proporción de polifenoles cuando la concentración de cacao es más elevada (75 % o más). Así, aunque las cantidades de flavonoides también pueden variar en función del origen del cacao, del proceso de transformación, etc., el chocolate negro tiene una mayor proporción de flavonoides. En el caso del chocolate con leche, además de tener una menor proporción de cacao, la adición de leche podría disminuir la absorción de los flavonoides y su efecto antioxidante.
¿Y una onza de chocolate cuando se está estresado?
En realidad, aunque una onza de chocolate no hace daño, y menos aún si tiene una concentración alta de cacao, como se ha comentado, utilizarlo para “calmarse” no parece la mejor idea. No es recomendable comer por impulso: uno de los efectos del estrés es que nos hace comer más y peor, porque buscamos satisfacciones inmediatas y compensar con alimentos ricos en grasa y azúcares la ansiedad que nos producen factores ajenos a la alimentación.
Pero esa satisfacción inmediata que aporta la comida no es duradera, por lo que la fuente de estrés permanecerá. La comida, y en este caso el chocolate, no ha de usarse como un medicamento, ni siquiera con la excusa de darse un capricho en un mal momento. En momentos de ansiedad, hay que pararse, no comer por impulso, y analizar y atacar las fuentes reales que nos provocan esa ansiedad.
La ciencia hace ya tiempo que corrobora que el índice de masa corporal es mayor en quienes comen en situaciones de estrés. Las investigaciones han demostrado que estas personas tienden a comer más alimentos como salchichas, hamburguesas, chocolates y pizzas. Cuando las personas tienen un nivel de estrés alto, suelen omitir comidas importantes como el desayuno y tienden a servirse raciones más copiosas y a comer más alimentos inadecuados que no son saludables ni calóricamente ni nutritivamente.
Por otro lado, y sobre la creencia de que el cacao puede afectar al estado anímico, la ciencia explica que aunque algunas investigaciones sí se han centrado en su impacto en los problemas neurológicos (especialmente la depresión), por su posible efecto antiinflamatorio y porque promovería la producción de neurotransmisores como la serotonina, aún no hay demasiados estudios al respecto y es pronto para afirmar que pueda tener algún impacto en estos casos.
«No puedo parar: creo que soy adicto al chocolate»
Otra de las creencias sobre el chocolate es su hipotética capacidad de crear adicción. ¿Qué hay de cierto en ello? Todavía no se han llevado a cabo demasiados estudios sobre los efectos negativos de consumirlo, así que no es posible atribuir esta propiedad al chocolate. A veces, la presencia de determinados nutrientes o componentes (grasa, polifenoles, antioxidantes…) lleva a extrapolar los posibles efectos del compuesto a todo el alimento, pero es necesario comprobarlo con estudios científicos que valoren el consumo del alimento completo.
Por último, la pregunta que se hacen muchas personas: ¿engorda tanto como dicen? Es cierto que el peso corporal de una persona depende de muchas variables, como las cantidades ingeridas, la dieta general, la actividad física, etc., pero, en líneas generales, el chocolate «tiene un contenido energético elevado o denso. Aunque dependerá del tipo de chocolate, los valores oscilan alrededor de las 400-500 kcal por cada 100 g», concluye la directora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC.
Fuentes: Alicia Aguilar, Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. – Universidad de L’Aquila (Italia) – Revista Frontiers in Nutrition. – Manuel Armayones, eHealth Center. – Instituto Regional de Salud Ocupacional de Oulu (Finlandia).