Mucho bla, bla, bla y nadie habla de los proveedores

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Mercatenerife./ Manuel Expósito
Mercatenerife./ Manuel Expósito

Los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, internet) cada vez se interesan más por las cosas que tienen que ver con la cocina. Es frecuente leer, ver y escuchar artículos y programas sobre la materia, a veces para bien y otras, no tanto. Lamentablemente, en este país sigue vendiendo mucho el rollito rosa. Y aquí nos plantamos, porque como en las pelis de Quentin Tarantino, te pierdes como no estés atento.

Así veo el tema gastronómico actual, quizá porque echo la vista atrás con demasiada frecuencia. Allí encuentro amigos que siguieron los derroteros universitarios, destino de los más aplicados y los chicos listos. No fue mi caso, porque no valía para esto de los menesteres universitarios y mi sitio en el mundo lo encontraba junto a sofritos, potajes y filetes empanados. El placer que me produjo toda esta farra me distrajo tanto de los estudios que no paré hasta colocarme frente a mi verdadera vocación, que no era otra que cocinar. Con muchas muescas marcadas en la culata de mi rifle, aún hoy soy capaz de sorprenderme ante tanta mercadería. Sigo paseando por fruterías, pescaderías y demás «ías», porque recuerden que el mayor aliado de un cocinero son los proveedores, esos grandes olvidados.

Fruteros, pescaderos, carniceros, bodegueros… Son los grandes artífices de nuestras elaboraciones. De lunes a viernes los tenemos a disposición, consintiendo nuestros caprichos y nuestros pedidos, muchas veces sin margen de tiempo, buscando el mejor producto para que lo llevemos al fogón. ¡Así es fácil cocinar! ¡Qué grandes amigos!

Son los grandes olvidados. Por ello, quiero dedicar unas líneas a los nuestros, a Óscar y su bacalao o presa, a quien la mitad de las veces llamo un día festivo encontrando siempre su respuesta y, encima, me consigue el mejor lomo de bacalao. ¡Qué bárbaro! A las fruterías del barrio, sí, en plural, porque voy a las tres y casi siempre me echan, pero me consiguen todo de la huerta a mi cocina (¡Ayyy esa lima y esa pimienta palmera para el mojo, o el berro fresco y oloroso, tierno y verde, las cebolletas, los ajos…!). Mi amigo de las carnes, vergonzoso como el que más, pero le pida lo que le pida o el corte que necesite me lo consigue y, siempre, de calidad.