Por muchos motivos, no voy a nombrar esas franquicias que están abriendo por todas las esquinas de todos los barrios: que si burguer, que si Pokes, que si… Todos a modo de casas prefabricadas. No mola nada ese asunto. Se trata de grandes empresas abiertas para generar mucha pasta a bajo coste, donde eso del buen comer no importa, donde la calidad es lo de menos. ¿Entonces?
A veces paso por delante de algunos de estos garitos y los veo llenos de peña. Entonces me pregunto cuándo vamos a defender nuestros garitos, nuestra gastronomía, nuestro recetario antiguo, o cuándo aprenderemos que esas franquicias no dan una buena burguer.
Cuando era un chaval no existían esos negocios y sabíamos de memoria dónde hacían buenas hamburguesas, bocatas, sándwiches, productos de calidad y elaborados con mimo. Eso si bajamos a debatir sobre este tipo de «comida». Ya si hablamos de cocina de la tierra, dando igual el lugar del planeta donde estés, pues es para alucinar en colores y ver unicornios por todos lados solo con probar esos platos, en el buen sentido de la expresión (eso de los unicornios, que luego vienen los comentarios simpáticos).
Pues eso, déjense de franquicias y vayan a comer producto local. Si no es por ustedes, que sea por los chiquillos, que luego les dan una hamburguesa de calidad y no les va a gustar, se acostumbran a lo malo y no entenderán lo bueno, más en tierra canaria, donde encontrarán cosas muy divertidas. ¿O me dirán que una burguer de franquicia es mejor que una carne fiesta?
Ahí lo dejo, que luego empiezan los fregados y no es cuestión.
Que la diosa de los fogones los acompañe.
