Casa Franco, la comida de siempre

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Pescado salado, Casa Franco./ Manuel Expósito
Pescado salado, Casa Franco./ Manuel Expósito

Cumple con todos los requisitos propios de una casa de comida, especialmente en lo que se refiere a su carta y cocina. El local toma el nombre del dictador y en las paredes de su bar/barra de entrada deja constancia de ello con elementos (un calendario actualizado, entre otros) que contienen la imagen del militar. Superados esos pocos metros, el comensal llega a un comedor amplio y luminoso. Y empieza lo bueno, o no.

Las carnes y el pescado habitual en las casas de comida de Canarias y lo entrantes propios. O sea, hablamos de bacalao encebollado, de chocos, de bistec de cochino y de res, de conejo, de garbanzos… y siga sumando. Todo eso está en Casa Franco porque es una casa de comida “como Dios manda”.

En esta ocasión optamos por potas en salsa para abrir boca. Era una recomendación, la sugerencia que nos trajo a este enclave lagunero. Para empezar, el plato llegó a la mesa a una temperatura inadecuada (por fría), pero al sabor hay poco que reprocharle. Ciertamente, no era lo que esperábamos (culpa del recomendante) pero se ajusta a los cánones de su preparación, incluido ese punto de picante. Le faltó contundencia al paladar, una pizca de sal (para alguno) y algún tiempo de reposo para redondear el sabor. Aunque hay preparaciones mejores, es un plato recomendable.

La segunda opción fue un pescado saldo, cherne. ¡Y qué cherne! Piel tersa y con sus paredes de grasa, como se espera. Algo correoso, pues está hecho del día, pero sin perder un ápice de sabor. Bien desalado, junto a las papas arrugadas, el aceite, el vinagre y la pimienta cubren sobradamente las expectativas. Muy recomendable.

Y el tercer punto del menú fue para el conejo frito. ¡Muy bueno! Cocina se lució con este plato. Una carne jugosa, fácil al diente y sabrosísima en paladar. Es un palto muy simple, de los habituales en la cocina canaria, pero hasta lo sencillo puede ser exquisito si se hace bien. En este caso casi lo bordan. Sí, casi, porque el error, gran error del plato, fue el elemento acompañante que en este caso eran las sagradas papas fritas, que fueron un desastre: industriales, flácidas e insípidas.

Casa Franco tiene un servicio espectacular, rápido (quizá, en exceso), eficiente, diligente y siempre preocupado por el comensal. Casa Franco tiene unos precios que rompen la relación calidad/precio en positivo para el cliente. Su carta es tan amplia como la de las casas de comida de la tierra, por lo que, teniendo en cuenta todo lo expuesto, habrá que probar otros platos en otra ocasión.

La Ficha

Casa Franco