El boca a boca

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Sala de restaurante./ Manuel Expósito
Sala de restaurante./ Manuel Expósito

No, no se confundan, el boca a boca no nos referimos a salvar a alguien de una muerte inminente por un atragantamiento, ahogamiento o infarto, no.

El boca a boca sirve para que muchos, los buenos restaurantes de verdad, sigan teniendo clientes y puedan seguir pagando las nóminas de sus empleados. Eso sí, son pocos hoy en día, para desdicha nuestra. El boca a boca es el mejor embajador, o si quieren, la carta de presentación de cualquier restaurante, casa de comidas o guachinche que se precie en Canarias.

Comer en estas islas no es tarea fácil, no, pues son más los negocios que quieren hacerse ricos a costa de sus comensales que los que quieren dar un servicio digno, serio y ganarse su respeto y confianza. Vamos, que los comensales vuelvan. La calidad/precio es un escaso y raro tesoro en estos tiempos.

Desgraciadamente, en esta amalgama de condimentos y sabores que requiere un buen restaurante para satisfacer nuestro interés, también están los oportunistas mediáticos, esos que desde siempre han vendido bondades y dádivas de negocios, que solo piensan en lo crematístico. No sería lógico que existieran los unos sin los otros, no. Estos últimos, los de siempre, ellos -que saben bien comer-, siguen copando aun un espacio mediático importante, pero en el boom comunicativo -nos referimos a los “mojos” que son hoy en día las redes sociales-, ni existen ni se les conoce, pero, sin embargo, siguen influenciando en medios al servicio de aquellos que sólo quieren que les canten lo que sus oídos quieren oír y algunos parecen ya tenores afamados.

¿Dónde están las jornadas gastronómicas de esto o de lo otro, o de aquí y de allá, o las de fulano? ¡Qué tiempos aquellos! Algunos, aún siguen comiendo gratis.

Nuestro modesto consejo: sigan haciendo caso a los amigos de siempre, a los de verdad, a los que siguen pregonando con el boca a boca que en casa de fulano hay un escaldón de muerte, que la carne fiesta es de película, que el pescado salado hasta está fresco, las garbanzas y el vino están de rechupete… y todo por cuatro perras. Lo de las delicatesen déjenlo para los que no conocen nuestra cultura culinaria, pues aquí seguimos con las papas arrugadas, el gofio y el mojo; lo otro será, pues eso, para los entendidos o los guiris, esos del caviar, las ostras y el champán, esos, los que dicen que saben comer.

Canarias tiene su propio mar y su propio campo, es, ni más ni menos y desde siempre, cruce de caminos y continentes y tiene la gran sabiduría de que el tiempo hizo que en ella hombres y mujeres aprendieran a vivir de la vida, del día a día. ¡Qué suerte vivir aquí!