Parece que esto de la gastronomía ha vuelto a la normalidad, porque la cazuela es cazuela y el fuego es fuego después de unas décadas de sobresaltos en las que a algunos «supremos sacerdotes» les daba por coronar una ensalada con hielo frito.
Por lo que se palpa en el ambiente, la gastronomía ha entrado en democracia, vuelven los viejos rockeros y los clientes tienen claro qué comer y qué beber (dos palabras tan bíblicas), buscan platos con sabor y evitan los albaricoques fermentados. Las excentricidades van quedando atrás. ¡Dios salve a la Reina!
Llevo toda la vida repartiendo buen rollo a diestro y siniestro y, aunque algunos quieran verme morado bajo el agua, otros se alegran cuando vamos a tomar café; hasta algunos hasta me dan un abrazo como si fuera la tía Paca. Ya hace unos años que por estos lares escribíamos que las modas tarde o temprano pasan, que la cocina es cosa de siglos y al final se quedan las técnicas y vuelve lo tradicional. Determinadas recetas que podemos catalogar como artilugios quedan guardadas en el baúl de los recuerdos, algunos de los descubrimientos gastronómicos despampanantes triunfan y forman parte de la vida de todos y cada uno de nosotros. Todos pertenecemos a un bar, nos criamos en esta o aquella barra y celebramos nuestras pequeñas batallas, ganadas en esos locales que nos vieron crecer y en los que los feligreses comparten alegrones y lloran juntos. Es lo que hay.
Hoy en día ya lo difícil es mantener los locales abiertos, entre la gilipollez crónica de algunos iluminados y todas estas «cosillas» que va inventado el estado de derecho para sacar pasta, pues en lo que los políticos de turno se toman su café y su copa de coñac -puro en mano- ves a todos estos hosteleros madrugando y abriendo la persiana, sirviendo a la peña hambrienta y sedienta y cuadrando la caja y las cuentas al final del día, para volver con cambios y las pilas recargadas unas horas más tarde. Así, de lunes a domingo, cogiendo de vez en cuando vacaciones para no desfallecer. Es lo que hay.
Esto podemos compararlo con el fútbol. A los gurús y sumos sacerdotes los ponemos en lo alto de la clasificación y al resto, a mitad de tabla. Partiendo de esta base, me viene a la memoria dos ligas que el Real Madrid perdió en Tenerife, lo que quiere decir que los gurús estarán en la cima, pero los de media tabla deciden los campeonatos.
Lo interesante, como les dije al principio, es que las cartas se vuelven reconocibles, que las cazuelas y los fogones vuelven con más fuerza y que cada vez se gastan menos cápsulas de las botellitas. No olviden que lo importante es lo que pasa entre el principio y el final. ¡Larga vida a la vieja escuela!