Frío, lluvia, invierno, cuchara, Canarias… Si mezclamos todo esto nos viene a la mente un potaje, sopa o caldo. Al menos, a la mía. Si se preguntan por qué empiezo así, les diré que en esta época del año apetecen estos platos que les traigo hoy, es de los que no solo cambia de receta según la isla o la familia, también cambia de nombre.
Caldo de huevo, Caldo verde, Potaje verde, Caldo de putas, Potaje de huevos…
Es un plato que, en mi caso, me acuerdo de mi abuela, de mi viejita y de esos días de frío en los que no salías por la tarde y veías esas películas de los sábados por la tarde de Jonh Wayne, montado a caballo pegando tiros y dando puñetazos.
Puede, y digo puede, que este plato sea una de esas variantes de platos que adoptamos en Canarias, en este caso desde Portugal, donde hacen una receta parecida. Un plato de esos que puede considerarse exponente de la cocina más humilde y que remedió más de una casa durante los años de pobreza. Aún hoy, sigue siendo un recurso rápido y de buen sabor.
Papas, cebolla, tomate, pimiento, perejil, cilantro, hierbahuerto (hortelana), pimentón, azafrán, ajo, sal, huevos, aceite… si partimos de esta base, tenemos la mitad del recorrido hecha, luego hay quien incorpora piña de maíz, calabacín, pollo… y varios ingredientes más. Lo dicho, según isla, barrio y/o familia. Nosotros lo dejaremos a vuestra elección, ya que si ponemos la receta tendremos problemas con algún paisano u oiremos eso tan típico como «yo no lo hago así». Por lo tanto, les damos la base, alguna incorporación habitual y el truco de la abuela: en un motero poner unas lágrimas de sal, unas hojas de cilantro, otras de perejil y otras de hortelana, un diente de ajo y a darle caña; lo incorporamos al preparado casi al final y dejamos cocinar. El resto, utilicen la imaginación, pero viene siendo algo así, cuchara, sopa, caldo, potaje, Canarias, frío y lluvia…