El Mesón, a donde ir con hambre

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Codillo, El Mesón./ Alex Marante
Codillo, El Mesón./ Alex Marante

Un par de días de visita en La Palma. Puede que a muchos les dé tiempo de dar la vuelta a la Isla y parar en mil sitios, yo apenas logré llegar a casa de mi mamá y mucho menos tiempo tuve para pasear. Pero aprovecho para conocer lo que hay en este sector. Me han hablado maravillas del Carpe Diem, en Tazacorte; de El Canal, en San Andrés y Sauces, y de uno al que el GPS le llevará solo con nombrarlo: El Carmen, de David Pérez, en El Paso. A todos les deberé la visita, pero sí les digo que quienes me recomiendan estos locales saben, y mucho, de este asuntillo del buen comer. 

Pero me invadió un recuerdo que me repetía “codillo, codillo, codillo…” Y para allá nos fuimos,  al Mesón y sin demora. Estaba hasta la bandera y colas. Nuestra suerte es que mi viejita había reservado. Hace un par de años que no estaba, por lo tanto, les contaré esta nueva experiencia. 

(Un día en El Mesón, Breña Alta http://cocina-con-alex.blogspot.com/2017/03/un-dia-en-el-meson-brena-alta.html?m=1

En Tenerife a este tipo de locales lo catalogarían de guachinche, para mí es un local donde se pueden comer platos del recetario canario y, en mi caso, un buen codillo. 

Nos sentamos a la mesa, con el característico mantel de papel, y arrancamos la comanda. 

Unos chicharrones pasados por gofio -no podía ser de otra forma-, crujientes y blandos en boca. Todo el mundo debe pedir esto, un clásico. Detrás nos fuimos a por otro que está en cualquier carta de este tipo de casa de comidas: queso asado con mojos, pero esta vez no sé cual estaba mejor, si el rojo o el verde; el queso, bien asado y a su temperatura. 

Al ser tantos comensales, cada uno pidió su plato. Les diré que el servicio fue rápido, correcto y muy amable, aún estando con el cartel de lleno, como ya dije. 

Una parrilla de verduras. Lo interesante de este plato es que estaba en ese punto de dente que tanto fascina, para nada pasado. 

Unas migas de bacalao sobre boniato. El comensal prefirió solo con mojo verde, pero se oferta con ambos. ¡Brutal! ¿Para qué decir más? 

Carne de cabra. Tierna, se soltaba a golpe de tenedor, punto exacto de picor y muy sabrosa. Dieron a elegir si acompañar con papas fritas, arrugadas o boniato (batata). 

Bacalao al vapor con batata y mojo. Logrado. Parece una cosa muy simple, pero no lo es; el bacalao, en su punto, ese en el que empujas para que salga la escama. 

Bichillo de cerdo con cebolla. Un clásico que se puede pedir con filete de hígado. 

Codillo. De verdad, no pidan ni guarnición. En aspecto, entero y compacto, pero es tocar con el cuchillo y se deshilacha -creo que la mantequilla ofrece más resistencia-. Superó lo esperado. 

En postres, evidentemente había que comandar el bienmesabe y el príncipe Alberto, otra elección fue el postre de galletas, que lleva muchos pero que muchos años incrustado en nuestro recetario: capas de galletas humedecidas y una especie de mousse de café, alternando capas y espolvoreando con almendra en grano. 

Podría pasarme un rato describiendo platos, algo que va en el gusto del comensal, pero a mí eso de la palabra crítica no me va, les hablo de lo que uno siente al sentarse en una mesa. 

En esta ocasión, quiero destacar que con el lleno que había es fácil que hubiera caos tanto en los fogones como en sala y no los apreciamos, para lo puesto en la mesa. El momento final es abonar la comanda y puedo decirles estaba que muy por debajo para la calidad dada. 

Eso sí, vayan con hambre y tiempo, las raciones invitan a pedir ayuda a la hora de comer. 

Uno de los comensales dijo que, como en cualquier local de esos de dar de comer al hambriento, alguno se quejará. Decidimos buscar opiniones en diferentes páginas de este Internet nuestro de cada día: una decía que sirven raciones escasas, les juro que hubo platos que entre dos casi no podemos; otros se quejaron del precio, pues en nuestro caso, y pedimos, no pasó de 11 euros el cubierto, incluyendo el café. Por ello decidimos contar lo vivido: reservamos, fuimos, comimos, pagamos y a otra cosa. Contamos esto aquí -lo más importante es que podemos decir que tratan a todo el mundo por igual- porque en ningún momento nos relacionaron siquiera con el oficio. Si van a La Palma, ya les nombré varios muy buenos al principio, pero no dejen de pasar por El Mesón.

La ficha

El Mesón