Las jareas como manda la tradición, en Las Zocas

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Jarea asada, Bar Padilla./ Manuel Expósito
Jarea asada, Bar Padilla./ Manuel Expósito

El Sur de Tenerife es especialista en esconder placeres gastronómicos. Antes fue El Jable, en el San Isidro (Granadilla de Abona) próspero de principio de siglo y frente a un taller de mecánica, en una calle nada glamurosa; entonces, y también hoy, está el Bar Padilla -uno de esos ejemplares del tipismo de cualquier chiringuito- en un lugar llamado Las Zocas (San Miguel de Abona). Los primeros practicaban una comida exquisita, los segundos la hacen simple, pero con una especialidad suprema: las jareas.

La Jurada es una calle como otra cualquiera. Al fondo, en lo que parece que debió ser el salón tradicional de las construcciones de los años setenta del siglo XX, en un pequeño bar espera la mesa propia de esos establecimientos o casas de comida a las que acudíamos de pequeños con padres y/o abuelos, o de aquellas que ocupaban quienes recorrían la carretera general del sur camino del empaquetado. Y como aquellas, con mantel de hule.

Mojos rojo y verde, papas arrugadas, gofio amasado y la jarea. El aroma ya dispara la salivación, el aspecto (abierta, con el color del fuego de una plancha y la sugerencia de la carne blanca del pescado elegido) invita aún más a degustar uno de los platos que forma parte del recetario tradicional de nuestras islas. ¡Las jareas hay que saber hacerlas!

Y en el Bar Padilla de Las Zocas son catedráticos en el tema. Avelino, en su día, y Abraham Padilla, después, miman al comensal con lo mejor que saben hacer. No tiene ciencia, pero en sus manos parece que sí la hubiera. Porque estas jareas no son como las demás. Jugosas, con el punto justo de fuego para realzar el sabor del pez, se deshace en boca. No es un sabor robusto, pero sí fuerte y propio de la preparación requerida. En las jareas, el pescado sabe a pescado como en pocos otros preparados. Sobran los mojos, pero si los prueba no quedará defraudado. Cabría decir que hasta sobran los entrantes, pero hasta eso acompaña y ensalza este plato. Una ensalada de la casa, o unas garbanzas, o un salpicón sirven para abrir boca, algo sencillo preparados simplemente.

Las jareas requieren un vino. El maridaje es sencillo: blanco, de la zona de Abona. Son caldos que parecen pensados para este plato. Servido bien frío, como lo hacen en el Bar Padilla de Las Zocas, completa un almuerzo de lujo y propio de cualquier hogar.

¡Buen provecho!

La ficha

Bar Padilla