Cómo comer en Tenerife sin perecer en el intento

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© Manuel Expósito.
© Manuel Expósito.

Carito, caro y carísimo. En esto se han convertido las comandas por estas latitudes (isla de Tenerife) y, en general, independientemente de la calidad de los productos y el saber hacer de los cocineros. Bueno, bonito y barato es infrecuente en nuestra restauración, claro que lo de barato puede acarrear alguna que otra sorpresa.

Tenerife depende de su red de carreteras como único elemento vertebrador de su territorio y el vehículo privado es la única alternativa eficiente para moverse por la Isla. Con la TF-1 y la TF-5 como principales, de ellas parten las conexiones a la medianía, esas zonas por excelencia para disfrutar de la cocina tradicional canaria. El Norte, con la TF-5, dispone de vías secundarias y núcleos urbanos bien desarrollados en su intercomunicación. La TF-1, en el margen Sur, parece estar desconectada de la carretera (TF-28) que propició los asentamientos poblacionales relevantes hasta los años 70 del siglo pasado.

Para los que se atrevan, las medianía de Tenerife esconden bodegas y restaurantes inmejorables con, quizá, los precios más competitivos de la Isla en lugares como Fasnia, Arico, Granadilla de Abona y San Miguel de Abona. Pero las condiciones de la TF-28 no invitan al potencial consumidor a desplazarse por kilómetros de trazado sinuoso y asfalto en pésimo estado.

Verano es el tiempo del turismo nacional y de interior. Mientras en otras épocas del año suecos, ingleses y alemanes acuden a la hostelería de alto lujo, el turista de estos meses se caracteriza por comer bien y buscar lo que están dispuestos a pagar por ello. Por esta tierra insular, hay quienes parece que aún no se han enterado. De hecho, en esto de precios y calidad, Tenerife también aplica sus diferencias comarcales.

El norte de Tenerife es la zona más heterogénea para comer, predominando la cocina tradicional, bien combinada con la española e internacional. Aquí tanto se encuentran locales de las tres “b” como de las tres “c”. Es donde se acude a saciar el apetito en guachinches y casas de comida, así como en restaurantes lujosos y caros si nos acerquemos a los núcleos de interés histórico o turístico.

El sur de Tenerife es el centro gastronómico caro y carísimo, aunque con calidad. El turismo de temporada alta crea demanda hasta el punto de motivar la mayor concentración en la Isla de establecimientos con el Sol Repsol y la Estrella Michelin, por ello, no es de extrañar que los restaurantes de lujo se ubiquen en hoteles de cinco estrellas y gran lujo. En la cocina predominan las recetas y artes más destacadas internacionalmente (cocina de laboratorio), escaseando en la oferta el producto local y el recetario canario.

El Área Metropolitana de la Isla es cara y con una necesidad imperiosa de mejorar, sobre todo la calidad en su más amplia expresión. También encontraremos restaurante recomendados por la Guía Michelin y varios con el Sol Repsol.

Esta franja de la Isla se subdivide, de forma que La Laguna está marcada por la presencia de la Universidad. Su restauración se basa en tascas y bodegones, pero suele dar algún que otro disgusto a la cartera. En sus fogones predominan las recetas de la cocina nacional muy apegada a la castellana, el jamón, el queso y el vino.

En la Vega lagunera, Tegueste y El Rosario mandan las casas de comida y algunos guachinches. Es la zona más asequible para el bolsillo, pero el comensal no debe ser exigente. Su cocina está basada en la tradicional de la zona, por lo que la utilización del producto local suele ser una constante.

Santa Cruz de Tenerife es una ciudad cara, gastronómicamente. El gentilicio chicharrero ya refleja que es un pueblo marinero, muy apegado a la cocina del mar, con potas, calamares, chicharros, tollos… Hoy, ni existe ni se la conoce porque predomina la internacional. Aquí la calidad en la oferta culinaria depende directamente del precio que estemos dispuestos a pagar. Lo normal es que un primero y un segundo plato sitúe la comanda por encima de los 30 euros (sin pan, bebida, postre y café). Encontrar un vino a un precio inferior a 18 euros la botella es difícil (imposible si es canario) y solo la cerveza se mantiene en precios aceptables.

En el resto de Canarias ocurre algo similar. Nos lo tenemos que hacer mirar.


 

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Para los que se atrevan, las medianía de Tenerife esconden bodegas y restaurantes inmejorables con, quizá, los precios más competitivos de la Isla
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