Descubriendo sabores por Canarias

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Es verano, toca desconectar, hay que resetear la sesera y se paraliza la amenaza del monumental atasco mental. No lo piensen dos veces, preparen el petate, pillen billete y a conocer Canarias a pasarlo bien porque el sol está garantizado, pero, sobre todo, el buen comer. No sólo hay papas arrugadas con mojos.

El paraíso canario nunca se muestra tan bello y esplendoroso como en primavera-verano. Además de playas, en este Archipiélago hay montañas, cultura, museos, bares con terraza, cerveza fría y camarones, restaurantes con buen vino y platos de cualquier nacionalidad, otros platos típicos y los clásicos guachinches. Cada isla tiene su encanto. Elijan la que elijan, mi sentimiento les diría La Palma, ya que nací allí, por adopción les diría Tenerife, por amigos Gran Canaria, por tranquilidad todas, pero, en especial, La Gomera y, sobre todo, El Hierro. Si les mola la aventura, Lanzarote y Fuerteventura. Volvamos a lo nuestro, la gastronomía y los sabores.

Estando en verano no les diré lo del potaje de berros, o el de trigo, o el puchero, aunque si algo tienen en común las madres canarias es que te lo meten así estés a 40°, es algo inevitable.

Lo que sí les recomiendo es el conejo en salmorejo, las papas con costilla y piña, el cabrito embarrado, las morenas fritas, el atún y los chicharros en mojo. Si lo que necesitan es un subidón de adrenalina y un chute de buen rollo, Canarias es el lugar ideal y estos son sus sabores.

Pueden seguir de ruta (las hay especializadas en tapas) de restaurantes, elijan el punto cardinal, no importa, seguro que encuentran algún garito donde comer de maravilla tollos, ropa vieja, salpicón, hasta ¡una de calamares!, pescado encebollado o un sancocho. Sí, es fácil. Por algo llaman a esta tierra desde época de navegantes a vela las Islas Afortunadas.

No faltan postres golosos e irrenunciables para caer en la tentación del auténtico “pecador de la pradera” -al Príncipe Alberto o el Bienmesabe me remito-, pero hay muchos y muchos más, recuerden que en estas islas son golosos.

¡Qué suerte vivir aquí! Creo que Adán y Eva se confundieron de paraíso, pero esto lo es. No olviden que no pueden dejar de conocer Canarias, porque sólo después de hacerlo y descubrir sus sabores podrán escribir sus memorias y decir eso de «puedo morir tranquilo, ya vi el paraíso”.