Agua envasada: “manantial” de salud

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El agua mineral natural presenta unas características que la hacen única. Procede del agua de lluvia o nieve que drena la tierra y que viaja durante un periodo de tiempo, que puede llegar a ser de miles de años, hasta el acuífero en el que permanece libre de la polución ambiental. 

Cada agua mineral natural o de manantial es diferente y posee un sabor característico debido a su composición mineral única. Esto permite a cada consumidor elegir un tipo de agua u otro agua según su sabor, contenido mineral o preferencia entre agua con gas o sin gas.

Las legislaciones nacional y europea distinguen tres categorías de aguas envasadas:

Aguas minerales naturales

Son aguas de origen subterráneo, protegidas contra los riesgos de contaminación, bacteriológicamente sanas y con una composición constante en minerales y otros componentes, lo que les confiere propiedades favorables para la salud.

Aguas de manantial

Son aguas potables de origen subterráneo que emergen espontáneamente en la superficie de la tierra o se captan mediante labores practicadas al efecto, manteniendo las características naturales de pureza que permiten su consumo y previa aplicación de los mínimos tratamientos físicos requeridos para la separación de elementos materiales inestables. A diferencia de las minerales naturales, no han demostrado acción específica en el organismo humano.

Aguas preparadas

Las aguas preparadas son aquellas que han sido sometidas a los tratamientos fisicoquímicos necesarios para que cumplan los mismos requisitos sanitarios que se exige a las aguas potables de consumo público. Se dividen, a su vez, en dos tipos:

  • Potables preparadas: aquellas que procedan de un manantial o captación y hayan sido sometidas a tratamiento para que sean potables.
  • De abastecimiento público preparadas: en el supuesto de tener dicha procedencia.

Los beneficios del agua mineral natural

Es muy importante señalar que las aguas envasadas, al tener una composición química constante y característica, están obligadas por ley a indicar su origen y composición en su etiquetado, lo que facilita al consumidor la elección del agua que más se adecúa a las necesidades de su salud de acuerdo a los minerales que incorpore:

  • Sodio: importante para regular la tensión de los tejidos, balance hídrico y la sensibilidad y contracciones musculares.
  • Cloruros: regulan, junto con el Sodio, el balance hídrico y forman un constituyente del jugo gástrico fundamental para una correcta digestión.
  • Potasio: regula el balance hídrico, funciones musculares, funciones nerviosas y reacciones ácido/base.
  • Calcio: indispensable para el desarrollo de los huesos y dientes, así como para la coagulación y el envío de impulsos nerviosos a las células musculares.
  • Fósforo: al igual que el Calcio, el Fósforo es un constituyente vital de huesos y dientes, así como un ingrediente indispensable para las enzimas. Ayuda a producir energía y es la estructura de los ácidos nucleicos.
  • Magnesio: envía los impulsos nerviosos a las células musculares, mantiene los procesos metabólicos normales y actúa en numerosas funciones metabólicas. Activa enzimas para suministrar energía.
  • Bicarbonatos: facilitan la digestión.
  • Hierro: participa en la formación de glóbulos rojos y permite a la sangre la absorción y transporte del oxígeno.
  • Zinc: vital para la división celular, cicatrización de heridas y el crecimiento.
  • Yodo: participa en los procesos metabólicos de las hormonas tiroideas.

 

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