Diversión en los fogones

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Lentejas, Casa Lala./ Manuel Expósito
Lentejas, Casa Lala./ Manuel Expósito

Por qué y para qué bebemos o comemos, tal y como lo hacemos, son preguntas clave que a los más místicos atormenta y sin sofrito no hay salvación posible, ni en este mundo ni en ningún otro. Los fogones de un buen restaurante llevan en su ADN el trato llano con los clientes, considerándonos a todos y cada uno como amigos de la casa, haciéndonos sentir los reyes del mundo cuando traspasamos el umbral de la puerta con voraz apetito, deseosos de un plato de puchero a un bacalao encebollado, ¡dios qué hambre!, triunfa el trato directo y personalizado de los patrones y cuenta con una clientela habitual y muy fiel, ¡ para que más!.

Ejecutar con maestría es probablemente la tarea más ardua de todo este tinglado, dispuestos a emprender una aventura sin clichés en el que sólo tenían sentido las pequeñas cosas, que ya estamos hasta los mismísimos de tanta grisura.

La cocina y los fogones que a mi me mola son los tradicionales con matices o si prefieren denominarlo de otra forma puede ser como nueva tradición, una especie de reinterpretación de las recetas con nuestras raíces más acusadas en las que asoman las influencias de otros países, ya ven que divertido puede llegar a ser. Nuevas técnicas y productos distintos aplicados a sabores apegados a nuestra memoria, eso que se conoce como recuerdos de niñez, una revisión divertida, un derroche de contrastes que son puro espectáculo.

No es coincidencia que este recuerdo latente sea común en gente de más de una generación. Así que echen cuentas porque en sus nuevas propuestas es imposible que falte la esencia de la cocina verdadera, mucho guiso e infinidad de vueltas al sofrito, que es donde se fragua la comida sin bobadas, la pasión por la cocina, que más engancha, pucheros humeantes a punto de ebullición, jugosos asados que dicen ven a mi… una cocina ingeniosa, que lo impregna todo de fantasía, platillos provocadores, nacidos para sorprender y dejar boquiabiertos al personal, una cocina moderna pero perfectamente enraizada.

Recuerdan a los hermanos Marx ¡Es la guerra, más madera!